Los derechos humanos deben estar enraizados en la justicia, discurso del papa Benedicto XVI ante la asamblea general de la organización de las Naciones Unidas

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Resumen

Señor presidente;

señoras y señores:

Al comenzar mi intervención en esta asamblea, deseo ante todo expresarle a usted, señor presidente, mi sincera gratitud por sus amables palabras. Quiero agradecer también al secretario general, el se- ñor Ban Ki-moon, su invitación a visitar la sede central de la Organización y su cordial bienvenida. Saludo a los embajadores y a los diplomáticos de los Estados miembros, así como a todos los presentes: a través de ustedes, saludo a los pueblos que representan aquí. Ellos esperan de esta institución que lleve adelante la inspiración que condujo a su fundación, la de ser un "centro que armonice los esfuerzos de las naciones por alcanzar los fines comunes", de la paz y el desarrollo (cf. Carta de las Naciones Unidas, art. 1.2-1.4). Como dijo el Papa Juan Pablo II en 1995, la Organización debería ser "centro moral, en el que todas las naciones del mundo se sientan como en su casa, desarrollando la conciencia común de ser, por así decir, una "familia de naciones" (Discurso ante la Asamblea general de las Naciones Unidas, Nueva York, 5 de octubre de 1995, n. 14: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 13 de octubre de 1995, p. 9).

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Publicado
2021-01-30
Sección
Catolicidad y Disciplinas - Profesiones